Increíble,
pero
cierto. Esta temporada nos va a permitir degustar de la alta
montaña
hasta julio. Paco y yo tenemos una espina clavada del año
pasado,
cuando no pudimos hacer Monte Perdido, por no llevar crampones. Esta
será nuestra oportunidad y José Miguel nos convence para
realizar la ascensión por la que debe ser su ruta más
bella: desde el valle de Pineta.
Así, a pesar de los
calores de este mes veraniego podremos
emplear el material invernal para atravesar el cada vez más
mermado glaciar de Monte Perdido. Esta ascensión tiene un
desnivel serio, unos 2100 metros, y bastante duro, pues el desnivel
horizontal es de apenas 6 kilómetros. Así, disfrutaremos
de una espectacular ascensión que dividiremos en dos jornadas.
Día 1: Salgo muy
pronto de Alicante (6:00) para pasar por
Valencia a recoger a Paco y José Miguel. Llegada al parking del
Valle de Pineta (1300 metros) a eso de las 16:00 y directos para
arriba. Vivac en el balcón de Pineta (2500 metros) con
espectaculares vistas al glaciar de Monte Perdido y el valle de Pineta.
Día 2:
Ascensión del glaciar y subida al cuello del
Cilindro. Descenso al Lago Helado y ascensión de la canal donde
está la famosa escupidera para alcanzar la cumbre (3355 metros).
Descenso hasta el coche del tirón y homenaje gastronómico
en Bielsa.
Día 3: Toque de diana
tempranito y regreso a Alicante.
Paco y José Miguel
están en Valencia, así que
salgo yo solo desde Alicante a las 6:00. En Muro de Alcoi me
para la Guardia Civil para un típico control de alcoholemia de
fin de semana. Es la anécdota del día, pues visto
lo despejado que me ven ni me hacen perder el tiempo. A eso de las 8:00
estoy recogiendo a Paco en Valencia y las 8:30 llegamos a Canet.
José Miguel carga su petate y más contentos que unas
castañuelas nos dirigimos hacia Bielsa, entrada al valle de
Pineta.
Tras 7 horas de coche, con
una paradita a comer cerca de Lérida,
llegamos a Bielsa. El tiempo está tormentoso y esperamos que no
nos llueva.
Nuestro entusiasmo por la
ascensión en el parking de Pineta es
palpable y unas gotas no nos van a hacer retroceder.
(Como
siempre las imágenes reducidas...Para ampliarlas hay que hacer
click sobre ellas)
Sin
embargo, lo que en principio son unas gotas pronto se convierte en una
densa lluvia que amenaza con hacer fracasar la expedición. A una
altura de tan solo 1500 metros contemplamos la tormenta sobre el valle.
Y no tenemos más
remedio que esperar bajo un árbol que
parece aguantar la lluvia (ya veremos por cuanto tiempo).
El
tiempo
transcurre y la lluvia no cesa. Llevamos cerca de una hora y media
esperando. ¿ Qué hacemos ? Todo parece una tormenta de
verano, pero parece durar demasiado. Si volvemos al coche es seguro que
la actividad ya no la hacemos. Unas miradas de dudas y la
decisión se hace dueña de nosotros: ¡ Victoria o
muerte !.
Las cumbres nos llaman y continuamos la ascensión al parar
levemente la lluvia. Si la cosa se pone muy mal ya descenderemos.
Conforme ascendemos, comprobamos que nuestra decisión ha
sido la
correcta. Aparecen algunos claros y tenemos una visión
idílica del valle. Cerca de los 2000 metros la niebla quiere
engullirnos.
La ascensión es realmente espectacular. La elevada pendiente y
la niebla que asciende ensalzan este paraje salvaje del pirineo.
Estamos ya cerca de los 2500 metros. Un farallón nos separa del
balcón de Pineta y detrás de nosotros podemos contemplar
en la lejanía la elegante y puntiaguda silueta de la Munia (3134
m.).
Después
de unas 4 horas de ascensión (más una hora y media de
parada bajo un árbol) alcanzamos el espectacular balcón
de Pineta, a los pies del glaciar de Monte Perdido.
Ciertamente, su estado es lamentable. La masa de hielo se reduce
más cada verano y asoman campos de rocas antes ocultos.
José Miguel es el
más sorprendido: su tamaño se ha reducido notablemente
desde su última visita hace 10 años.
Pero es tarde y oscurece rápidamente. Buscamos un vivac donde
cenar y pasar la noche. Los picos de Astazou (3015 m.) nos contemplan
mientras la noche cae.
La noche transcurre tranquila (aquí no hay zorros molestos como
en Sierra Nevada) pero levantarnos al día siguiente nos cuesta
bastante. Yo estoy molido y hasta las 6:30 no me entero de que es de
día. Desayunamos rápido porque queremos estar en el coche
antes de las tormentas que de seguro se producirán por la tarde.
A las 7:30 iniciamos la ascensión, buscando la base del glaciar
y el paso para alcanzarlo.
Con la luz del sol matutino podemos contemplar en detalle las numerosas
grietas que advierten que éste es todavía un glaciar de
verdad.
Una pedrera más cómoda de lo que pensábamos nos
lleva hasta el farallón que protege el glaciar. El Cilindro
(3525 m.) nos vigila con su impresionante cara este.
Encontrar el paso nos llevó un tiempo. Una primera chimenea con
un cable o cuerda blanca parecía demasiado complicada.
Efectivamente, un poco más adelante, y donde acaban los hitos,
aparece una chimenea más fácil con una cuerda fija de
color morado.
Tras superar la chimenea en una sencilla y corta trepada (cuidado con
un bloque suelto en la parte más alta) alcanzamos el glaciar,
donde nos disponemos a equiparnos: crampones, piolet y cuerda con
arnés de fortuna al pecho. No queremos ningún susto que
nos amargue el
día.
Progresar encordados no es muy complicado, pero hay que marcar el ritmo
con el más lento, o sea yo, y las paradas se producen a ciertos
intervalos.
De momento el furgón de cola no está siendo muy pesadito
(je,je) y alcanzamos sin problemas la parte más alta del
glaciar. La vista es realmente espectacular, a pesar del estado del
mismo.
Ahora nos quedan unos 100 metros de pedrera bastante resbaladiza en su
parte inicial hasta alcanzar el collado llamado Cuello del Cilindro.
Un poco más y ya llegamos.
El Cuello del Cilindro nos permite una visión magnífica
del valle de Ordesa y el Lago Helado (3000 m.).
Aquí de nuevo tardamos un poco en conseguir llegar al lago. Es
necesario encontrar un pequeño destrepe para descender la pared
que nos separa del lago. Para ello hay que seguir los hitos (evitando
hacer caso de los gritos de franceses que te dicen que por ahí
no es y que nos confundieron) atravesando una terraza hacia la derecha
(mirando hacia el lago). Finalmente se alcanza un punto
débil de la pared que se destrepa sin dificultad.
Y ahora nos queda un buen repechito. La gran canal que lleva a la
cumbre de Monte Perdido y atraviesa la famosa escupidera.
Son las 11 de la mañana. Vamos un poco retrasados pero esperamos
estar en la cumbre a eso de las 12:00. Con paciencia afrontamos esta
última pechada, aumentando la pendiente en la parte final.
La canal finaliza en una pequeña meseta. Un pequeño
repecho de unos 50 metros te coloca en la cumbre de Monte Perdido (3355
m.). La alegría de alcanzar la cumbre es patente.
Sin embargo, el tiempo ha cambiado rápido y las nubes que
amenazan tormenta están encima de nosotros. Tomamos unas fotos
de las impresionantes vistas y rápidamente iniciamos el regreso.
Debemos llegar al vivac antes que los rayos.
Para ahorrar tiempo en el descenso aprovechamos el nevero central de la
canal de acceso a Monte Perdido. La nieve estaba blanda y tuvimos
algún que otro patinazo.
En el glaciar, encordamiento de nuevo y ensimismamiento con las vistas.
El destrepe rápido pero con seguridad..... ¡ Las nubes
cada vez más cercas y más negras !
Algunos casi bajamos saltando como una cabra....
Justo cuando llegamos a la pequeña cueva donde habíamos
dejado nuestro material de vivac rompe a llover. Rayos y centellas nos
obligan a lanzar los piolets lo más lejos posible (como acojona
una tormenta en alta montaña).
Pero tras la tormenta llega el sol e iniciamos el regreso a la
civilización. El descenso desde el balcón de Pineta es
tan duro como espectacular.
Ya en el valle, nuestras caras muestran la satisfacción por la
cumbre alcanzada.
Finalmente, y tras 10 horas de actividad, llegamos al punto de partida.
Sólo queda recoger los bártulos y celebrarlo como se
merece.
Es decir, con una buena pitanza.
La cena nos supo a gloria.
Después a dormir en el valle de Pineta para marchar al
día siguiente muy temprano de vuelta.
No podemos quejarnos de la
actividad de este año: un
número de salidas aceptable y las últimas exitosas.
Esperemos que la próxima temporada nos depare momentos tan
magníficos como los vividos.