Mi Alpinismo

Monte Perdido por el valle de Pineta
  Julio de 2006



Página elaborada por José Ángel Berná


Increíble, pero cierto. Esta temporada nos va a permitir degustar de la alta montaña hasta julio. Paco y yo tenemos una espina clavada del año pasado, cuando no pudimos hacer Monte Perdido, por no llevar crampones. Esta será nuestra oportunidad y José Miguel nos convence para realizar la ascensión por la que debe ser su ruta más bella: desde el valle de Pineta.

Así, a pesar de los calores de este mes veraniego podremos emplear el material invernal para atravesar el cada vez más mermado glaciar de Monte Perdido. Esta ascensión tiene un desnivel serio, unos 2100 metros, y bastante duro, pues el desnivel horizontal es de apenas 6 kilómetros. Así, disfrutaremos de una espectacular ascensión que dividiremos en dos jornadas.

Día 1: Salgo muy pronto de Alicante (6:00) para pasar por Valencia a recoger a Paco y José Miguel. Llegada al parking del Valle de Pineta (1300 metros) a eso de las 16:00 y directos para arriba. Vivac en el balcón de Pineta (2500 metros) con espectaculares vistas al glaciar de Monte Perdido y el valle de Pineta.

Día 2: Ascensión del glaciar y subida al cuello del Cilindro. Descenso al Lago Helado y ascensión de la canal donde está la famosa escupidera para alcanzar la cumbre (3355 metros). Descenso hasta el coche del tirón y homenaje gastronómico en Bielsa.

Día 3: Toque de diana tempranito y regreso a Alicante.

Paco y José Miguel están en Valencia, así que salgo yo solo desde Alicante a las 6:00. En Muro de Alcoi me para la Guardia Civil para un típico control de alcoholemia de fin de semana.  Es la anécdota del día, pues visto lo despejado que me ven ni me hacen perder el tiempo. A eso de las 8:00 estoy recogiendo a Paco en Valencia y las 8:30 llegamos a Canet. José Miguel carga su petate y más contentos que unas castañuelas nos dirigimos hacia Bielsa, entrada al valle de Pineta.

Tras 7 horas de coche, con una paradita a comer cerca de Lérida, llegamos a Bielsa. El tiempo está tormentoso y esperamos que no nos llueva.

Nuestro entusiasmo por la ascensión en el parking de Pineta es palpable y unas gotas no nos van a hacer retroceder.





(Como siempre las imágenes reducidas...Para ampliarlas hay que hacer click sobre ellas)


Sin embargo, lo que en principio son unas gotas pronto se convierte en una densa lluvia que amenaza con hacer fracasar la expedición. A una altura de tan solo 1500 metros contemplamos la tormenta sobre el valle.





Y no tenemos más remedio que esperar bajo un árbol que parece aguantar la lluvia (ya veremos por cuanto tiempo).






El tiempo transcurre y la lluvia no cesa. Llevamos cerca de una hora y media esperando. ¿ Qué hacemos ? Todo parece una tormenta de verano, pero parece durar demasiado. Si volvemos al coche es seguro que la actividad ya no la hacemos. Unas miradas de dudas y la decisión se hace dueña de nosotros: ¡ Victoria o muerte !.

Las cumbres nos llaman y continuamos la ascensión al parar levemente la lluvia. Si la cosa se pone muy mal ya descenderemos.




Conforme ascendemos, comprobamos que nuestra decisión ha sido la correcta. Aparecen algunos claros y tenemos una visión idílica del valle. Cerca de los 2000 metros la niebla quiere engullirnos.




La ascensión es realmente espectacular. La elevada pendiente y la niebla que asciende ensalzan este paraje salvaje del pirineo.




Estamos ya cerca de los 2500 metros. Un farallón nos separa del balcón de Pineta y detrás de nosotros podemos contemplar en la lejanía la elegante y puntiaguda silueta de la Munia (3134 m.).





Después de unas 4 horas de ascensión (más una hora y media de parada bajo un árbol) alcanzamos el espectacular balcón de Pineta, a los pies del glaciar de Monte Perdido.




Ciertamente, su estado es lamentable. La masa de hielo se reduce más cada verano y asoman campos de rocas antes ocultos. José Miguel es el más sorprendido: su tamaño se ha reducido notablemente desde su última visita hace 10 años.

Pero es tarde y oscurece rápidamente. Buscamos un vivac donde cenar y pasar la noche. Los picos de Astazou (3015 m.) nos contemplan mientras la noche cae.




La noche transcurre tranquila (aquí no hay zorros molestos como en Sierra Nevada) pero levantarnos al día siguiente nos cuesta bastante. Yo estoy molido y hasta las 6:30 no me entero de que es de día. Desayunamos rápido porque queremos estar en el coche antes de las tormentas que de seguro se producirán por la tarde.

A las 7:30 iniciamos la ascensión, buscando la base del glaciar y el paso para alcanzarlo.




Con la luz del sol matutino podemos contemplar en detalle las numerosas grietas que advierten que éste es todavía un glaciar de verdad.




Una pedrera más cómoda de lo que pensábamos nos lleva hasta el farallón que protege el glaciar. El Cilindro (3525 m.) nos vigila con su impresionante cara este.




Encontrar el paso nos llevó un tiempo. Una primera chimenea con un cable o cuerda blanca parecía demasiado complicada. Efectivamente, un poco más adelante, y donde acaban los hitos, aparece una chimenea más fácil con una cuerda fija de color morado.




Tras superar la chimenea en una sencilla y corta trepada (cuidado con un bloque suelto en la parte más alta) alcanzamos el glaciar, donde nos disponemos a equiparnos: crampones, piolet y cuerda con arnés de fortuna al pecho. No queremos ningún susto que nos amargue el día.




Progresar encordados no es muy complicado, pero hay que marcar el ritmo con el más lento, o sea yo, y las paradas se producen a ciertos intervalos.




De momento el furgón de cola no está siendo muy pesadito (je,je) y alcanzamos sin problemas la parte más alta del glaciar. La vista es realmente espectacular, a pesar del estado del mismo.




Ahora nos quedan unos 100 metros de pedrera bastante resbaladiza en su parte inicial hasta alcanzar el collado llamado Cuello del Cilindro.




Un poco más y ya llegamos.




El Cuello del Cilindro nos permite una visión magnífica del valle de Ordesa y el Lago Helado (3000 m.).




Aquí de nuevo tardamos un poco en conseguir llegar al lago. Es necesario encontrar un pequeño destrepe para descender la pared que nos separa del lago. Para ello hay que seguir los hitos (evitando hacer caso de los gritos de franceses que te dicen que por ahí no es y que nos confundieron) atravesando una terraza hacia la derecha (mirando hacia el lago).  Finalmente se alcanza un punto débil de la pared que se destrepa sin dificultad.

Y ahora nos queda un buen repechito. La gran canal que lleva a la cumbre de Monte Perdido y atraviesa la famosa escupidera.




Son las 11 de la mañana. Vamos un poco retrasados pero esperamos estar en la cumbre a eso de las 12:00. Con paciencia afrontamos esta última pechada, aumentando la pendiente en la parte final.




La canal finaliza en una pequeña meseta. Un pequeño repecho de unos 50 metros te coloca en la cumbre de Monte Perdido (3355 m.). La alegría de alcanzar la cumbre es patente.




Sin embargo, el tiempo ha cambiado rápido y las nubes que amenazan tormenta están encima de nosotros. Tomamos unas fotos de las impresionantes vistas y rápidamente iniciamos el regreso. Debemos llegar al vivac antes que los rayos.







Para ahorrar tiempo en el descenso aprovechamos el nevero central de la canal de acceso a Monte Perdido. La nieve estaba blanda y tuvimos algún que otro patinazo.




En el glaciar, encordamiento de nuevo y ensimismamiento con las vistas.






El destrepe rápido pero con seguridad..... ¡ Las nubes cada vez más cercas y más negras !




Algunos casi bajamos saltando como una cabra....




Justo cuando llegamos a la pequeña cueva donde habíamos dejado nuestro material de vivac rompe a llover. Rayos y centellas nos obligan a lanzar los piolets lo más lejos posible (como acojona una tormenta en alta montaña).





Pero tras la tormenta llega el sol e iniciamos el regreso a la civilización. El descenso desde el balcón de Pineta es tan duro como espectacular.




Ya en el valle, nuestras caras muestran la satisfacción por la cumbre alcanzada.

 


Finalmente, y tras 10 horas de actividad, llegamos al punto de partida. Sólo queda recoger los bártulos y celebrarlo como se merece.




Es decir, con una buena pitanza. La cena nos supo a gloria. Después a dormir en el valle de Pineta para marchar al día siguiente muy temprano de vuelta.

No podemos quejarnos de la actividad de este año: un número de salidas aceptable y las últimas exitosas. Esperemos que la próxima temporada nos depare momentos tan magníficos como los vividos.



Volver a Temporada 2005-2006